Mi otro pequeño mundo

“Mi Rincón de Otoño”, es un blog creado para todo aquél que le apasione leer, escribir, conversar, filosofar, lo artístico y creativo... Un espacio diseñado especialmente para aquellas personas que se atreven y les fascina soñar.

Desde este rincón te invito a entrar, comentar o compartir conmigo todo aquello que desees, te agrade o inquiete, ya sea mucho o poco, eso no importa... Pues sin duda será una gran aportación dentro de este universo que entre todos estamos creando. ¡Adéntrate a descubrir este pequeño mundo!

martes, 6 de julio de 2010

Descubriendo el amor



Su vida en realidad jamás fue suya... Clara sentía que desde bien pequeña, todos se empeñaron en marcarle los pasos y en su ingenuidad juvenil, no solo se vió obligada en numerosas ocasiones a hacer lo que los demás esperaban de ella, sino que tenía cierta debilidad siempre en dar más de lo que estaba acostumbrada a recibir. Pero no es de su extrema bondad de lo que quiero hablar, sino en lo sorprendente que resulta cuando el amor aparece en nuestra vida y nos cambia para siempre.

Clara jamás había conocido a nadie como Ángel. Hasta entonces, sus intentos de relaciones habían desembocado en fracaso, desengaño o dejadez. A sus treinta y tantos y con un vestido de novia frustrado en el baúl de los recuerdos, sentía que su vida hasta entonces solo era una pequeña sombra de lo que hubiera deseado. Pues aunque tuviera un buen trabajo, una buena situación social y personas a su alrededor, se seguía sintiendo vacía. Había amado, si, pero… ¿podía decir que alguna vez se sintió amada?

Ángel era el dueño de un café con encanto y esencia, donde siempre solía ir cuando se sentía triste y apagada. Rodeada de plantas, cuadros, esculturas orientales, velas y un karma de armonía que caracterizaba a aquél lugar, se sentía como en casa. Normalmente, con su té con limón en la mesa y una pluma en la mano, se pasaba horas sentada escribiendo y en reflexión consigo misma. Su reiterada asiduidad al local y su constante comportamiento introspectivo en el mismo, no fue si no motivo de que él se interesase por su persona y le diera conversación.

- ¿Cómo alguien tan especial como tú puede sentirse tan triste? - Le dijo con dulzura.
- ¿Especial? Gracias, pero… no me conoces ¿cómo puedes pensar eso? - Contestó Clara.
- No tengo más que mirarte a los ojos para darme cuenta - Le dijo con media sonrisa. - ¿Qué te sucede mujer? ¿Tan grave es? -

Clara no contestó en aquél instante, solo le devolvió la sonrisa y le restó importancia.

Al día siguiente volvió, y al otro también y al otro… Y de ese modo descubrió al cabo de unos días, que ya no iba al café para lamentarse. Ahora tenía una mejor razón para ir y era para encontrarse con Ángel. Él cada día tenía palabras bonitas para ella y dedicaba al menos, cinco o diez minutos de su tiempo, aunque su trabajo se lo impidiera, para conversar con ella o simplemente escucharla. Ella se sentía bien sabiendo que él elegía sentarse a su lado y Ángel admiraba su bondad y la espiritualidad que ella le transmitía. Así fue como empezó todo…

A menudo Clara pensaba en las repetidas veces que había intentado buscar el amor. Encontrar a ese alguien que, donde quiera que estuviese, no daba señales de haber existido jamás. Se había sentido engañada, decepcionada, dolida y profundamente agotada… Y después de todo ese cúmulo de sentimientos, solo le quedaba vacío. El vacío de un alma rota. Pero encontrar a Ángel, de manera tan inesperada y aprender a descubrirlo, así como descubrirse a si misma, le había abierto los ojos hacia una nueva luz en su camino que creía ya fuera de su alcance. Con él aprendió a disfrutar de una persona que sabe amar sin condiciones, sin prejuicios, que día a día le demostraba todo cuanto ella necesitaba, aprendió a disfrutar también de ser ella misma y a admirar y valorar lo que ambos estaban compartiendo. Pues en realidad, el amor no es más que compartir momentos e ilusiones con quien realmente deseas estar y que te acepta y respeta tal y como eres.

Aunque el amor a veces duela, por diversas o interminables circunstancias, no hay nada más hermoso que esa sonrisa que se te escapa cuando piensas en él y sabes que él también está pensando en ti.

domingo, 4 de julio de 2010

Su pequeño universo


La pequeña Paula no sabía porque se sentía tan triste aquella mañana. Tenía doce años, un breve pasado tras sus espaldas y un largo futuro ante sus pies. Sin embargo, sabía que algo había cambiado dentro de ella.

Hasta aquél preciso momento, nunca encontró motivos para sentirse desdichada, pues gozó de una infancia feliz y unos padres que la querían y cuidaban por encima de todo. No sabía exactamente porqué se sentía diferente, apática, melancólica, solitaria… Lo único que llegó a entender fue que ya no era la niña que había sido hasta entonces. En su entorno familiar, e incluso de amistades, se sentía incomprendida y perdida… Como si tuviera que enfrentarse a un mundo desconocido y lleno de enigmas ella sola. Y así era en realidad. Así nos ocurre a todos cuando alcanzamos la madurez; solo que para Paula habían sido inesperados esos sentimientos.

A Paula le apasionaba leer y pasear por el campo junto a su perro y mejor amigo Baddy, por lo que en aquellas vacaciones veraniegas, cada tarde se llevaba un libro y con la compañía del animal, pasaba horas entre árboles y flores. Por su último cumpleaños, su madre le había regalado un libro “El Principito” que la muchacha comenzó a leer con mucho entusiasmo. Como el protagonista del cuento, Paula también se formulaba muchas preguntas sin hallar respuesta. Poseía el mismo espíritu de bondad y deseos de conocer todo lo que le rodea, de indagar por descubrirse. “Me pregunto si las estrellas se iluminan con el fin de que cada uno, pueda encontrar la suya” se decía a si misma cada noche antes de irse a dormir.

Cuanto más leía, la joven se sentía más distanciada del mundo que hasta ahora había conocido y a su vez, más llena de conocimientos que suscitan dudas. Ahora sentía más lejos que nunca a las personas de su entorno. Sin embargo se sentía muy apegada y unida a su perruno amigo, que solo con mirarla con sus ojos nobles, parecía que la entendía.

Debido a su corta existencia, Paula no lograba entender muchas cosas de este mundo. Cuanto más conocía, a veces menos deseaba conocer… Pues la actualidad del planeta no era de lo más alentadora y ella se sentía una luchadora nata por las causas justas. Pero por su temprana edad e inocencia, aun no se sentía capaz de poner en orden todas sus ideas y sobre todo, de saber manifestarlas. No entendía como los mayores se hacían daño entre si, solo por dinero, o por conseguir triunfos, que en realidad, no son más que otra forma de egoísmo. No comprendía la hipocresía y la intolerancia… “¿Por qué los adultos no se respetan?” “Preferiría no crecer si he de convertirme en uno de ellos”.

Igual que Peter Pan, Paula tampoco encontraba su sitio en este mundo de adultos. Pero no solo de adultos, sino de personas que se conforman y miran para otro lado ante las crueldades del mundo. Ella era consciente de que era muy joven aun, le quedaba mucho por aprender y muchos tropiezos que dar. Pero si algo tenía claro, es que ella no quería conformarse. Quería sentirse hija de un universo hermoso, como hermosa era una puesta de sol. Es cierto que lo bello no es siempre fácil de encontrar, ya que en el fondo, resulta algo invisible a los ojos. Hasta ese momento, Paula no supo entender que la clave de ello y lo verdaderamente importante, es saber mirar con el corazón.

Aquella misma noche, la joven Paula sonrió al contemplar que una de las estrellas brillaba más que las demás… Y con ello descubrió que su pequeño universo empezaba a abrirse camino…